jueves, 7 de febrero de 2013

El Primavera (o los hipsters que odiaban a los hipsters)

Estuve hace dos años en el Primavera Sound de Barcelona y me gustó mucho. Y no fue por ver a Pulp, que incluso me decepcionó un poquillo, ni siquiera por Grinderman... Fue por una sensación de bienestar extraña que me invadió desde que pisé el Forum. 
Claro que podéis pensar que yo soy la típica persona a la que le gusta el Primavera. Me pinto los labios de rojo, me divierte buscar grupos que se parecen a Joy Division, prefiero las cupcakes a los churros, me gustan los tíos con barba, nunca llevo camisetas de un grupo a su propio concierto, creo que los filtros de Instagram hacen más guapo y en mi último viaje a Londres no pisé la Tate Gallery pero fui tres veces al Urban Outfitters. Así que podéis pensar que como cualquier aspirante a hipster tengo que decir que me gusta el Primavera Sound. 
Pero no, no lo digo por eso. Es más, si fuese así tendría que decir que lo detesto porque lo que mola ahora entre los hipsters es decir que el Primavera es demasiado para hipsters. Y sí, lo es, no hay duda, es un catálogo de identidades hipsters por todos los lados. Pero aparte de eso, es que a mí me parece un festival muy chulo, por muchas razones. Me gustan mucho las bandas viejunas que se juntan y que yo ya creía que no volvería ver, y los grupos tocando un disco como fue compuesto antes de que las listas de spotify nos hiciesen olvidar la idea de escuchar un disco completo, y los montones de bandas que no conozco y que allí podré descubrir y que sé que alguna me encantará... Pero sobre todo, del Primavera me gustó una sensación de bienestar difícil de explicar que en otros festivales no he llegado a sentir. He estado en festivales tranquilotes, en festivales muy bestias y en festivales abarrotados, algunos me han encantado otros no me han dicho nada, pero el Primavera por alguna extraña razón me resultó familiar y confortable, como estar en un concierto íntimo de un grupo que siempre has querido ver. Y me fui con la sensación de que ya no querría volver a otro festival nunca más.




No fue así. Al año siguiente no pude ir ni a Barcelona ni a Oporto, y sí que fui a otros festivales, algunos que me encantaron y otros que no me dijeron nada. Pero este año por fin, sólo con Blur anunciado en el cartel ("sólo"), me compré la entrada para el Optimus Primavera Sound de Oporto, encima para Oporto, una ciudad que me llena de ternura por recuerdos de infancia. 
Y después de meses con unos solitarios Blur, ayer por la tarde por fin se publicó el resto del cartel. Han sido meses de inquieta espera aunque a mí personalmente la idea de que tocase Blur los tres días seguidos no me disgustaba. Aquí os lo dejo por si queréis revisarlo.



Así que con el Primavera, Oporto y los amigos majérrimos que me acompañan, sé que la sensación de hace dos años volverá y que cuando salga de allí el domingo 2 de junio ya nunca querré pisar otro festival. 

Pero de todas formas, sea como sea, sabéis que os lo contaré.

lunes, 4 de febrero de 2013

Changers

¡¡Que difícil es cambiar el mundo!! Supongo que es lo normal, lleva mucho tiempo siendo como es y se resiste al cambio. Pero yo lo intento, me afilio a todas las causas que me parecen justas. Hace un año me hice vegetariana para luchar yo sola (bueno, sola no, perdón, acompañada) contra la industria cárnica pero no funcionó. Fui diagnosticada como intolerante a los cereales y tuve que dejar nuestra causa, cuando seguramente ya habrían cerrado varios mataderos por nuestro efecto. Ya solo resiste uno del movimiento. Ánimo. 
Así que por mi cumpleaños me regalaron una nueva causa con la que ilusionarme, un panel solar con el que generar mi propia energía. Es una idea de changers.com y yo lo he instalado en un ventanal del salón de mi piso alto. Por las noches, después de regar mi bonsai, subo los datos a su web donde veo la energía que he generado durante el día y los gramos de CO2 que no he liberado al medio ambiente.




Ademas, en función de los wattios que genero, me dan puntos verdes y tengo descuentos en las tiendas asociadas al proyecto. De momento están todas en Alemania, pero si la comunidad de changers española crece, a lo mejor alguna empresa de aquí se asocia, quién sabe. Y eso sin contar lo mucho que me ahorro en energía :-). En mi casa los móviles ya solo funcionan con energía verde. Y en un móvil verde, los mensajes son siempre más bonitos.


Así que hoy podéis empezar a cambiar el mundo un poquito por sólo 149 euros. Con lo cabezón que es, no hay que perder ninguna oportunidad.