viernes, 15 de abril de 2011

Club de lectura "Pulgar de elefante"


Primera carta del Club de lectura "Pulgar de elefante".

Querido Mr. Heras,

Leer un cuento de Carver es como mirar un cuadro de Hopper. Ésta es una comparación tan real de dos de mis artistas preferidos, que me gustaría que se me hubiese ocurrido a mi. Pero no, la escuché en un documental.
Utilizaré un pensamiento mío: Carver es el escritor perfecto para los cotillas de los autobuses como yo, que me ensimismo escuchando esas conversaciones de desconocidos sin principio y sin final, que solo duran unos minutos; que no deberian interesarme porque no cambiarán nada, no transcenderán, pero que aun así me intrigan hasta absorberme totalmente. Si me conoces, sabrás que en esos momentos no tiene sentido hablarme porque estoy muy lejos, igual que cuando leo un cuento de Carver. Porque para mí leerle es como escuchar esa conversación incompleta pero con  la certeza de que algo terrible va a ocurrir. El horror de lo cotidiano.
Como un pintor de cuentos. De repente me presenta la realidad de unos personajes donde la explicación y la conclusión son innecesarias. Y hay algo en esa ausencia de entorno que me trasmite más duramente la soledad de sus protagonistas sin historia. Como si saber que no podrán ser salvados, o que yo no podré verlo, me hiciese sentir más su desolación. No puedo leer a Carver sin que se me llene el estomago de angustia, sin que mi propia realidad se tiña de demasiada claridad inquieta.  Como los personajes de Hopper, siempre mirando un horizonte fuera del cuadro. No hay finales felices, porque no hay finales.
Vamos, que no puedo explicarlo, pero me gusta.
Atentamente,

Clementine K.


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