Cosas que me gustan saborear: el té Oolong

Hoy toca una declaración de amor. Quiero Té.

Os presento a uno de mis amantes. Se llama Oolong y es un té muy especial que algunos llaman té azul (¡qué celestial!, Eh?). Viene de Anxi, en la provincia de Fujian; aunque también lo cultivan en Taiwan. El té Oolong es maravillosamente intenso y suave. El té Oolong es para mí un té arcoiris. Os cuento por qué.

Es azul. Sus hojas al fermentarse van pintándose de un marrón chocolate muy azulado. Sutil pero espectacular.

Es verde. Dice una de las leyendas que el té Oolong es el resultado de un estupendo olvido. El de un pastor-recolector de té (Wu Liang), que descubrió cómo las hojas de té verde sin secar que había dejado en su cestita habían empezado a fermentar convirtiéndose en un nuevo té muy muy suave. Lo llamaron “té Wu Liang” y poco a poco la fonética y el paso del tiempo lo convirtió en la delicia que os invito a beber.

Es negro o marrón muy muy oscuro. Después de infusionarlo el azul de la hoja se oscurece para, después, en la boca hacerse verde. En la taza parce un té negro pero no os engañéis; su semifermentación elimina el olor dulce y la amargura de los negros. Es fuerte, sí, pero con un regusto dulce maravilloso, como los verdes, pero sin ese sabor a hierbas y prado que tienen la mayoría.

Es rojo. No por el sabor, ni por el color. Lo es por todo lo bien que nos hace. Si alguien se aproxima al té en busca de salud o belleza, aquí tenéis una alternativa. Pero además de antioxidante y diurético ¡es ideal para las resacas!

También podría ser blanco. Alrededor de ambos hay leyendas que los explican y los hacen exclusivos y especiales.

Una última cosa antes de acabar mi tacita de hoy. De entre todas las variedade de té Oolong que hay, y hay muchas, mi favorita es una variedad de Fuijan a la que denominan Roi Gui porque además de ser un arcoiris, es un poco picante. ¡¡¡Riquísimo!!!